Cuidado, los hijos no pueden creerse padres de sus progenitores, las relaciones familiares en muchos casos resultan ser retadoras, una de las más demandantes puede llegar a ser la de hijos a padres.
Cuando los padres entran a edad avanzada o se enferman se genera una situación a atender, y es más retadora cuando existen de por medio conversaciones entre padres e hijos por sostener, sea que la necesidad de realizarlas sea consciente o inconsciente.
En mi caso cuando mi mujer me dio la dicha de hacerme darme 3 hijos y en cada caso hacerme sentir Padre, nadie nos entregó el manual de cómo hacer las cosas, y he ahí el punto, este escrito muy pocas personas que no sean padres van a poder asimilarlo.
Bien, el punto es que nuestros padres sintieron el mismo miedo que nosotros, cada uno desde la posición en la que estaba en el momento de nuestro nacimiento en el caso de mi madre, ella había recién salido de un convento, pasaron unos meses y por razones que no vienen al caso queda embarazada.
El los años 60 lo antes expuesto era obviamente muy mal visto, de allí surge una historia que les contare algún día, lo cierto es que años más tarde mi madre se casa con un hombre que no era mi padre y me dejo viviendo con mis abuelos.
Eso genero un resentimiento en mí desde niño, pocas veces hablado y nunca superado, hasta 50 años mas tarde, mi relación con mi madre era tensa, y en muchas veces no soportaba ni siquiera sus abrazos.
Pasan los años y mi madre pierde su empleo y prácticamente pasa a depender de mí, la ayuda de mis hermanos siempre se hizo esperar así que me toco, cosa que hice siempre de muy buen ánimo.
En esos días nuestra relación se hacía mas tensa, mi madre cayo en depresión, no era para menos, siempre fue auto-suficiente, lidio con esa situación por años, yo no sabía qué hacer y allí llegamos al punto central de esta nota.
Se agudiza el tema nervioso de mi madre pide entrar varias veces a una casas de reposo, en algunos momentos mejoraba, de nuevo recaía y volvía a entrar, mis llamados de atención hacia ella reaparecían.
Algunas afirmaciones con emocionalidad incorrecta:
Hoy ni con el mejor de los tonos de voz ni en situación alguna me atrevería a decir de nuevo a mi madre cosas como las siguientes:
- ¡Mamá carajo, tienes que poner de tu parte!
- ¡Ya vienes tu otra vez mamá por favor relájate, tienes que dejar de pensar pendejadas!
- ¡Es imposible hablar contigo, o pones de tu parte o vamos a ver que hacemos!
Me avergüenza esto, pero así fue, nadie te dice tampoco cómo hacer para cuidar a tus padres cuando están desvalidos y uno no puede dar lo que no le han enseñado, la familia en la que me crié el mal genio y las emociones explosivas estaban siempre a la orden del día.
El triste final que no le recomiendo ni a mi peor enemigo:
Una tarde, quizás un viernes de una semana a finales de noviembre fui a visitar a mi madre a la casa de reposo. La conseguí llorando, hablándome muy triste; la consolé. Minutos más tarde un comentario suyo me hizo llenar de rabia, quizás por ver a la mujer fuerte que conocí decaída y sumergida en su propia autocompasión.
La visita termino en una reprimenda de mi parte hacia mi madre, me miro triste, y eso me impacto y me dijo, «está bien hijo, tú tienes razón». No recuerdo si me abrazo y se fue y solo me dio la espalda, o si antes de irse paso su mano por mi rostro, he querido cambiar tanto ese momento que se ha desvanecido.
En esos días recién cambiando de zona en mi trabajo, con un jefe nada fácil, yo también tenía un nivel de estrés que ni mi mujer me soportaba y a veces menos yo mismo.
Cuando aún en este país se trabajaba los sábados, una semana después de haber visitado a mi madre me encontraba en caracas, en la sala de conferencias de la corporación para que laboraba. Ese día en plena reunión la asistente de mi jefe entro al salón y le dijo algo al oído a mi jefe. Mi jefe empalideció y me dijo ¡Jesús para!, por favor ven un momento, tienes una llamada urgente de tu esposa al teléfono, dice que tú madre falleció.
Atendí la llamada de mi esposa y ella me confirmo que mi madre había muerto de un paro cardíaco la noche del cinco de diciembre en la casa de reposo.
Mi último recuerdo con mi madre una discusión, su rostro triste y su cuerpo señalando estar cansado y derrumbado, el remordimiento aun hoy me asalta. Lo vivido no se lo deseo a nadie.
La vida me enseño tarde esta lección, cada día que me acuerdo le pido perdón y hoy pido porque ni padres ni hijos tengan que pasar por esto.
Si su relación con sus padres no es buena busque ayuda, si es buena, dele gracias a Dios, existen personas como los coach de vida y los psicólogos que nos pueden ayudar a establecer una mejor relación con ellos. Ese punto de mejora en la relación repercutirá positivamente en la mejora de la relación contigo mismo.
Es indiscutible que tus padres hacen parte de ti, sea porque vivieron o no vivieron contigo, están en tu sangre, en tus genes y eso no lo cambia nadie.
Hasta la próxima, un abrazo.