Vivir con 25 Kg ha sido la decisión de un gran número de venezolanos.
Por diferentes circunstancias personales cada vez son más las personas que deciden emprender nuevos rumbos fuera de nuestras fronteras.
En la mayoría de los casos los que salimos, no nos llevamos nunca todo lo que quisiéramos.
Sea por cuestión de recursos económicos o circunstancias decidimos, al partir, dejar una serie de cosas, que pudiendo ser importantes en nuestras vidas, no son vitales para nuestro nuevo comienzo.
¿Cómo empacar tantos años en 25 kg?
¿Qué me llevo? ¿Qué dejo? ¿..Y mis libros?
.. Han estado conmigo por tanto tiempo, este quiero releerlo, pero este también..
¿Me los llevo todos? .. ¡Aja!.. pero con ese peso, mejor llevo más abrigos, y jeans que me van a ser más útiles por el frío
.. Nah.. los zapatos… ¡No había pensado en los zapatos! ¿Por qué no los puedo “empequeñecer” y llevármelos todos
Mis instrumentos de trabajo.. mi consultorio ¿Cómo me los llevo? ¿Empezar de cero? ¿De verdad?
Pero si puedo ejercer mi carrera.. pero nadie me conoce.
Aunque no es lo mismo comenzar sin que nadie te conozca pero con instrumentos, ya no sería desde 0.
Todo este monologo mental fue el que tuve yo conmigo misma, aunque es algo muy común en las historias de migrantes.
Finalmente después de muchas auto preguntas-respuestas, supuestos, lágrimas y pesar mil veces la maleta se logra.
Nadie dijo que sea fácil, ¡Pero se logra y vale la pena!
“Ninguna razón para quedarse es una buena razón para irse” pero a veces enumerando las razones, sacando a tu familia y seres queridos de la lista surge que “No tener razones para quedarse es una buena razón para irse”
Es decir, lo mismo, ¡Pero al revés!, clarísimo ¿No?
Luego de este segundo monologo, para reafirmar la decisión de que irnos y de dejar todo atrás es lo que realmente queremos.. o nos conviene en el momento, pasamos por una especie de duelo.
Nos negamos, nos molestamos mucho más de lo que ya estamos, negociamos, nos deprimimos, hasta que al fin lo aceptamos y SUPERAMOS.
Superamos el hecho de dejar a nuestros seres queridos, nuestros lugares y personas favoritas, todas nuestras pertenencias materiales que de alguna forma nos representa el “éxito económico” alcanzado hasta ahora.
Y al vivir todo este proceso, salimos realmente “renacidos” fortalecidos para el nuevo comienzo que nos espera.
¡Logre empacar solo lo necesario! ¿Y ahora?
Renacimos, y comenzamos nuestro nuevo rumbo, bien sea que llegues con facilidad de empleo, puedas trabajar en tu área de experiencia o no, nunca será lo mismo que trabajar en tu país con tu gente y en tu zona de confort.
Tú tampoco serás el mismo ya.
Los primeros días de conocimiento del nuevo lugar, te hacen extrañar muchas cosas, tener nostalgia de tus lugares, entrar en la inevitable comparación del sitio actual con tu país.
Te hacen falta los 50 pares de zapatos que dejaste, porque finalmente solo lograste empacar 3 en la maleta.
Quieres releer todos tus libros, (tal vez por el hecho de no tenerlos allí) porque verdaderamente hay libros que merecen ser releídos muchas veces, pero hay otros que NO.
Generalmente cuando estás en tu nuevo destino, ya conocido un poco más, decides mudarte, para un sitio más cómodo y que aumente más tu calidad de vida, que finalmente fueron las razones para dejar tu hermoso país y tu zona de confort.
Cuando eso pasa, de cierto modo agradeces que no son tantas cosas y en términos económicos sale mucho mejor
Y un día te das cuenta…
Te das cuenta que te reinventaste
Si; aunque estés trabajando en tu área de experiencia, no es la misma gente a la que estabas acostumbrado, no es la misma cultura, ¡No es lo mismo!
Si no estás en tu área de experiencia o profesión, te das cuenta que tienes mil talentos más, que has dejado olvidado y que ahora puedes retomar.
Incluso si no es ninguno de los dos casos, consigues trabajar en cualquier otra cosa y vas de empleo en empleo hasta conseguir uno en el que te sientas a gusto, porque ya no te da miedo irte de un sitio donde no te sientes a gusto trabajando.
Y ¡Voilà! , sin darte cuenta superaste todo, te reinventaste, ahora ves que no necesitabas todas esas cosas materiales que dejaste atrás y te das cuenta que muchas, ni las usabas, ni eran indispensables como creías.
Rompiendo los apegos
Cuando te das cuenta de eso, comienzas a vivir diferente, ya no hay una necesidad imperiosa de tener tal o cual cosa, o extrañar las miles de cosas que dejas.
Y con esto no quiero decir que debes perder tu capacidad “aspiracional”, solo que ves la vida de una manera diferente.
Yo tuve gran parte de ese proceso, soy de las que extrañaba mis 50 pares de zapatos al migrar, y durante un tiempo estuve más bien en negación a lo material.
¿Cómo es esto?
Por un tiempo decidí que no compraba más ropa, zapatos, cosas, total, ¿Para qué? Si después tenía que dejarlo todo, al irme nuevamente.
Pero esta decisión no fue muy acertada que se diga, puesto que progresivamente me estaba convirtiendo en alguien que no era yo.
Para mí el vestirme bien siempre ha sido algo importante, aunque no sea lo principal, aparte mi trabajo consiste en ayudar a las personas a sentirse y verse mejor, desde la alimentación a la apariencia.
Entonces no podría convertirme yo en la antítesis de lo que pregono
Hasta que tuve un nuevo insight
Caí en cuenta que me estaba yendo al extremo, y el hecho de que me hubiera acostumbrado a vivir sin ciertas cosas no quiere decir que otras no fueran importante en mi vida, o que simplemente no pudiera volverlas a adquirir.
Y eso se estaba extendiendo no solo a las cosas materiales, si no también con las personas con las que me relaciono.
Estaba dejando de hacer contactos y amistades, porque “Un día me tengo que ir”
Pero siempre la vida ha sido así (un día te tienes que ir) solo que lo olvide en algún momento
Regresando al origen
Luego de 6 meses fuera, posterior a mi decisión de “migrar” volví a mi tierra de visita, tuve la oportunidad de llevarme la maleta vacía e ir por 25 kilos más.
Pero esta vez no fue tan difícil, porque aunque si tenía más de 50 kilos para llenar esa maleta, mis prioridades y necesidades se habían vuelto diferentes
Eso me hizo pensar también, que el irse no tiene porque sentirse tanto
Que termina siendo un “problema económico” (en muchos casos), y por allí leí que no llames problemas a lo que se puede resolver con dinero.
El regresar a mi país y estar con mis personas, lugares y cosas favoritas me hizo ver que era libre, siempre lo había sido, y que no es el hecho de migrar.
Es el hecho de abrirse nuevos rumbos, romper los apegos, y vivir de una manera más intensa, con menos miedo a tener que dejar las cosas o las personas
En cuanto a lo de ropa, zapatos, cosas que uno compra por comprar, hice algunos cambios, pero de eso les hablare en otra entrada.
Por ahora, al regresar nuevamente al país donde resido reconozco que finalmente, quiero vivir mi vida más libre, ligera de equipaje, viviendo el momento y no pensando en lo que tengo que dejar, vivir mi vida en 25 kg
No sé dónde estoy yendo pero voy de camino…