Tal vez ese encabezado sea un poco llamativo por el hecho de haber sido escrito por una mujer, y es que por ser una mujer y crecer rodeada de millones de mujeres es que tengo cuentos e historias largas y dignas de contar.
Por ejemplo, para nadie es un secreto que las mujeres somos un gran mundo de locura y hormonas, somos seres que nos movemos a través de nuestras emociones, seres raros. Y tenemos emociones que van a mil por hora, ahora sumémosle a esto los rollos y cuentos que nos traen los hombres día con día y en los cuales nos vemos envueltas cuales niñitas de bachillerato, sin importar si realmente somos mujeres que van en camino a los 30, 40, o 70 años, las mujeres nos volvemos infantiles, la clave está en ser inteligentes y no andar mostrándole al mundo nuestros pensamientos, o acciones homicidas.
Una vez escuché a una mujer reclamarle a un hombre por haberla ‘mojoneado’, por haber jugado con ella, haberla engañado, haberla hecho creer en un mundo de posibilidades, para que al final del día el terrible hombre terminara yéndose con otra terrible mujer; en este punto yo estaba totalmente de acuerdo y de lado de la pobre damisela herida, y estaba pensando seriamente en ayudarla a cometer el animalicidio, hasta que el hombre frustrado y un poco cansado le soltó sin reparo: «Coño, Mariana, pero tú no estás empatada con Andrés?»… Y eso, amigos míos, fue un touché, un gran y poderoso touché, les confieso que no me lo esperaba.
Resulta que la víctima de todo este cuento siempre fue el panita insultado, ese al que casi le dije animal e insensible, y mi reacción instintiva fue abrir los ojos y buscar una respuesta en la mirada de la amiga Mariana, pero no había vuelta atrás, Mariana era la perra egoísta de toda esta historia, lo quería todo para ella, lo quería a él y al Andrés, y quien sabe a cuantos otros; y si hablo con sinceridad, el amigo insultado ni siquiera estaba bueno y estaba muy lejos de ser una figura masculina deseable, espero que el Andrés haya estado un poco mejor.
Pero el punto de toda esta historia es que la mujer se ha hecho merecedora del título de dama en apuros, pero hay mujeres dignas de ser aplaudidas en tal sentido que tienen más bolas que muchos por allí, y son tan cara e’ tabla que exigen más de lo debido en cuanto al afecto masculino que merecen, hay mujeres que aparentemente lo quieren todo para ellas y no quieren dejar para nadie, volviendo loco a más de un hombre iluso.
Pero no hagamos santos a estas figuras del demonio, los hombres se las traen ¡y de qué manera!, así como hay cada iluso en la calle, también está cada demonio en busca de su presa, estos hombres que van de puerto en puerto calentando la oreja y cama de toda aquella figura femenina que les pasa por en frente son una realidad, así que atentas con estos payasos de circo.
Por ahora, queridos míos, vamos a responder esta incógnita según la historia que les conté: y la respuesta es sí, sólo que no todas las mujeres somos así, algunas queremos sólo a uno y estamos felices de hacer de uno nuestro lindo tormento, mientras que otras necesitan de más de uno para sentirse plenas; pero no las culpemos, no todos tenemos el corazón del mismo tamaño.