Paperboy Homecoming: Escapando de Caracas (parte 2)

Este post iba a ser publicado en febrero de este año, pero las clases en la universidad me absorbieron y no pude terminarla a tiempo. Esta es la continuación de la experiencia de mi viaje de regreso a mi ciudad desde Caracas en diciembre del año pasado, vaya que el tiempo pasa muy rápido.

 

Aquí empieza el post:

 

Una vez en el apartamento de mi tía la siguiente cuestión era pensar en como acomodar las cosas que llevaríamos. Para complicar más las cosas mi prima de 9 años viajaría para quedarse en mi casa dado que la vida para ella y mi tía era complicada en Caracas, ya que mi tía trabaja duro, y aparte las maestras se están yendo de los colegios, lo que afecta mucho a mi primita.

 

Aunado a eso también llevaríamos dos equipos electrodomésticos (un televisor y un ventilador). Días anteriores hacia las diligencias para enviarlos por encomienda, pero fue imposible por la fecha (se acercaba navidad). Optamos entonces por llevarlos con nosotros pagando un puesto más. Para llevar los equipos por supuesto necesitábamos la factura, la cual por alguna razón la tenía un señor a quién mi tía llamó y dijo que se encontraba en Maturín… o un sitio muy lejos y recóndito. Vaya que enserio absolutamente todo se complica cuando la vida se lo propone. La factura finalmente apareció en la noche, antes de salir de viaje.

 

Las maletas las comenzamos a hacer unos días antes, por mi parte no fue difícil puesto que como estaba de viaje tenía todas mis cosas en la maleta. Pero lo más difícil fue hacer la maleta de mi primita dado que prácticamente se estaba mudando, y ella se lo tomó muy enserio, preparó como dos bolsos de puros juguetes (calembes) y consiguió meterlos en la bolsa negra donde iban los equipos sin que mi tía se diera cuenta. La picardía de ser niño.

 

Pudimos reunir todo el efectivo necesario, o al menos eso pensábamos cuando mi tía consiguió hacerle una transferencia bancaria a una amiga y que esta le diera un cheque para que ella pudiera retirar el efectivo, sumado con lo que había retirado yo de 10 en 10 cada día en el cajero.

Nos despertamos a las 4am para salir al terminal de la bandera. Bajar todas las cosas, que eran como 5 maletas y la bolsa negra con los equipos (y las maletas de juguetes escondida) fue todo un show. pareciamos pingüinos caminando por el pasillo. Nos turnamos para usar el ascensor y bajamos todo en 3 viajes porque también otras personas usaban el ascensor. En la puerta del edificio mi tía salió a buscar un taxi, al cabo de unos 20 minutos regresa diciéndonos que saquemos todo, el taxi estaba dando la vuelta. Con todas las cosas afuera y con lo insegura que es Caracas estaba nervioso y viendo hacia todos lados en eso mi primita con su indiscreción y la emoción comenta a viva voz: «Con esta bolsa negra naaadie se va a dar cuenta que llevamos un televisoor y un ventiladoor«. La inocencia de ser niño.

 

El taxi tardaba en llegar, lo imaginaba estacionado frente a un kiosco de pastelitos desayunando porque para solo dar la vuelta era mucho tiempo. Unos minutos después se acerca un corsa color rojo con los vidrios abajo, el hombre se baja y mira todos los corotos, impresionado le dice a mi tía: «Señora usted me dijo que solo eran unas «bolsitas«. No le quedó de otra que acomodar las cosas entre el maletero y el asiento de atrás donde yo ib y… de subirnos el precio en un 25%.

 

Al llegar al terminal también fue adrenalina pura, mucha gente y gritos por todos lados. El señor nos ayudó a sacar las cosas diciéndonos que estábamos locos, y con razón. Se acercaron unos carrucheros y ofrecieron llevarnos las cosas hasta la cola para el bus, obviamente aceptamos, ellos llevaban las maletas, y yo la bolsa, uno de ellos me preguntó que tenía la bolsa, a lo que respondí: «nada, unas tablas«. Que respuesta tan poco convincente, yo mismo me reia internamente.

 

Estando dentro del bus, pasó por el pasillo la muchacha registrando a cada pasajero en su tabla, miraba fijamente lo que anotaba cuando me preguntó:

+¿Nombre y apellido?

-William García.

+¿Nombre del acompañante?

-Haier

+Y el apellido?

-LCD

 

Luego se percató de quien era mi «acompañante» realmente.

 

Al arrancar el copiloto pasó cobrando el pasaje, le pasé todo el dinero en efectivo que tenía a mi tía y el cual no me alcanzaba para pagar el puesto de mi acompañante. Cuando lo contó se dio cuenta que faltaba dinero para un puesto, por supuesto habíamos calculado  el dinero pero en base a un precio potencialmente inestable por la economía actual de nuestro país. Después de un reclamo del copiloto y una queja aun más fuerte de mi tía alegando que no era su culpa el aumento abusivo del pasaje a diario por parte de los transportistas y exponiendo que como el bus ya había arrancado no nos íbamos a bajar, le propuso la solución de darle el resto al llegar a Coro, nuestro destino donde nos esperaría con el resto del efectivo no le quedó de otra al copiloto que aceptar la propuesta, y que de todas formas no necesitaría porque aprovecharía la situación para una contra-propuesta… mas adelante lo explico

 

Estar dentro del bus ya en la vía y con todas las cosas con nosotros de verdad representó un alivio. El viaje fue tranquilo lo pasé con chocolate artesanal caraqueño y una conversación intensa sobre Game Of Thrones con las 5 personas del puesto de atrás la cual era la única en el bus y todos escuchaban tal vez fastidiados por no saber de que rayos hablábamos.

 

Al llegar a Yaracal el bus tomo el respectivo descanso para almorzar e ir al baño. también estábamos preparados con arepas rellenas para evitar comprar la típica comida que venden en los cafetines de carretera a precios elevados de dudosa manipulación y procedencia lo que no pareció importarles al chófer y a su secuaz el copiloto al pedirle a mi tía que les pagase el almuerzo (por punto de venta) como forma de pago del puesto que debíamos. Al final, el almuerzo termino valiendo más y el copiloto tuvo que regresarnos parte del dinero en efectivo. El arte de la negociación.

 

El resto del viaje transcurrió sin complicaciones, al llegar a Coro mi papá nos estaba esperando en el terminal con una reserva de efectivo que no fue necesaria, esperé que bajasen los demás viajeros para bajar yo con mi acompañante LCD Haier y meterlo de una vez en la parte trasera de la camioneta, e ir directo a mi casa junto con el espíritu de la navidad a abrazar a mi mamá y tumbarme a dormir en mi cama después de una larga e intensa escapada de la ciudad capital.

 

FIN.

 

Nota final: pido disculpas por el retraso de esta segunda parte, como ya ven faltaba mucho por contar y tengo que decir que me tomo el tiempo para escribir. Aproveché la ocasión de las vacaciones para poder publicarla finalmente. Tal vez no me esmeré mucho redactando la segunda parte, mi objetivo principal era cerrar esta historia.

 

Actualmente viajar está más complicado que aquella vez, la razón es la misma pero ahora mucho mas agudizada, los precios del pasaje están sumamente elevados, no hay efectivo y la única forma de conseguirlo es aparentemente comprándolo haciendo una transferencia bancaria con hasta un 300% de aumento.

 

Espero que te haya gustado mi tragicomedia y te haya entretenido. Así cumplo con mi promesa de la segunda parte y una vez actualizado podré concentrarme en escribir otras historias que parecen inventadas pero son reales, propias de Paperboy. Ya las leerás

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