Hoy se conmemora el Día Internacional del Trabajador, y quiero aprovechar de plasmar mi punto de vista, en algunos aspectos que giran en torno al trabajo.
Según la historia, esta fecha queda establecida en homenaje a los Mártires de Chicago. Hemos evolucionado como sociedad, nuestros orígenes fueron esclavos y se tuvo que derramar mucha sangre para llegar a lo que somos y tenemos hoy por hoy.
Sin embargo, creo que hemos tergiversado el sentido del trabajo, llegamos a una sociedad tan conformista, que nos acostumbramos a que todo lo merecemos, que la empresa es la que tiene que rendirnos honores; no son sólo las 8 horas de trabajo y 2 días de descanso, sino que nunca estamos conformes con un trabajo, con ningún beneficio otorgado por la empresa.
Quizás estoy generalizando, pero este es un problema que se presenta actualmente, y lo he visto como compañera de trabajo, y también en mi experiencia al dirigir personal.
La palabra mediocre tiene dos acepciones en el diccionario de la Real Academia Española: 1. De Calidad media, y 2. De poco mérito, tirando a malo. Esta es una palabra que aprendí hace unos años con un gran amigo, parece fuerte para algunas personas, y por eso les dejo aquí su definición. Por creer que todo lo merecemos, vemos que los resultados del trabajador de hoy en día son “mediocres”.
Escuchamos a diario expresiones como “no importa si sale mal, estoy haciendo mi mejor esfuerzo, ellos (la empresa) deberían estar agradecidos”, vemos comportamientos como llegar tarde al trabajo, dedicar por lo menos una media hora a chismear, otra media hora a revisar redes sociales, y luego es que nos ponemos a trabajar; y si no esté el supervisor, hacemos las cosas lo más lento posible.
Cuando aceptas un trabajo y firmas un contrato, es porque estás de acuerdo con las condiciones establecidas entre ambas partes, una vez que estás dentro de la empresa ejecutando el trabajo, si se rompen estas condiciones o se presentan situaciones con las que no estás de acuerdo tienes dos opciones, o plantear los inconvenientes presentando una propuesta de solución, o retirarte y buscar otro trabajo.
Muchas personas escogen una tercera opción, prefieren hacer mediocremente su trabajo, afectar el trabajo de su equipo, y esperar que sea la empresa quién tome la decisión por ellos. Supongo que no piensan en las malas recomendaciones que quedarán de esa experiencia y que se están afectando a ellos mismos también.
Pienso que no hay mayor satisfacción que hacer un trabajo por gusto, que no sientas los lunes pesados, que te levantes con entusiasmo y energía para hacerlo mejor que el día anterior. Existen muchas empresas y muchas opciones de trabajo, tómate el tiempo de escoger, revisar y evaluar opciones. Si no, siempre tienes la opción de emprender y desarrollar tu propio modelo de negocio, y así convertirte en una fuente de trabajo para el país donde te encuentres.
Hay una frase que aprendí hace muchos años y la hice parte de mis valores: “si vas a ser un limpiador de botas, conviértete en el MEJOR limpiador de botas”. No pretendo dejar este post con un mensaje negativo, por el contrario, los invito a ser personas proactivas en sus trabajos. Todo lo que llegue a tus manos hazlo con la mayor dedicación, deja lo mejor de ti y siempre recibirás tus recompensas. Quizás estas recompensas no sean inmediatas, pero créeme que las recibirás.