Para nadie es un secreto que la Mujer Maravilla ha sido por años una de las mayores referencias feministas.
Una mujer fuerte, poderosa, guerrera, que lucha por sus ideales y capaz de hacer lo que desee, al grado de ser igual o mejor que los hombres.
Tampoco es un secreto que desde que se estrenó la nueva película protagonizada nada más y nada menos que por Gal Gadot: una mujer multifacética (fue Miss Universo Israel, participó en las fuerzas armadas de su país, modelo, madre y actriz.
Por ello, muchas mujeres han decidido dejar de lado esas creencias machistas que tanto caracterizan un país como Venezuela y atreverse a probar nuevas cosas.
No me malentiendan, no se trata de ser mejor que los hombres o pasar por encima de ellos, al contrario, se trata de que la mujer se de su valor, su puesto y se dé cuenta de qué quiere, a dónde va y qué merece.
Y así es la mujer venezolana, o al menos, así debería ser.
Somos un país de guerreras, de descendientes indígenas que lucharon por lo mejor para sus pueblos, somos mujeres que nos levantamos muy temprano, para trabajar, para estudiar, para buscar el sustento de nuestra familia.
Pero no nos mintamos, también somos débiles, complacientes y nos desmeritamos, dejamos que cualquiera nos grite y nos haga sentir inferiores…y no debe ser así.
No hay nada de malo con ser débil, pero si está mal cuando otra persona nos fuerza a serlo. Tampoco es malo ser complaciente, pero tampoco es hacer lo que otros digan las 24 horas del día, 7 días a la semana.
Vivimos en un país machista CREADO POR MUJERES.
Porque ¿Quién termina criando a los hombres?
Un país en donde te llama tu tía y te dice: “Debes hacerte cargo de tu madre porque tú tuviste la desgracia de ser mujer” o “Aprende a cocinar para que mantengas feliz a tu marido”.
¿Qué clase de pensamiento retrógrado es ese?
A ver, si lo quieres hacer no está mal, pero si vinimos a esta vida es para complacernos y hacernos cargo de nosotras mismas.
No para dedicar todo nuestro tiempo a hacer felices a nuestros maridos o vivir como esclavas de nuestras familias.
Vinimos a este mundo a ser felices, a luchar por nuestros derechos, unos que, gracias a nuestra propia culpa nos han quitado.
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Cada venezolana es maravillosa desde que nació, somos hijas de una tierra preciosa, con miles de bondades, con hombres también maravillosos, pero, el día en que nos demos cuenta de lo verdaderamente valiosas que somos, podremos dominar el mundo.
No porque necesitemos dominarlo, sino porque seremos más fuertes.
Porque podremos vivir más felices, darles más amor a nuestros semejantes, ser más proactivas en el trabajo.
Seremos capaces de crear nuevos inventos, poder tener una pareja sin necesidad de ser su esclava, poder defender nuestros derechos.
Y así criar a niños que se valoren a sí mismos y valoren todo el trabajo que hace la mujer a su lado.
Porque la venezolana tiene que darse cuenta que ella es más que un objeto, más que un saco de boxeo, más que una imbécil, una mantenida, una prostituta o cualquier otro insulto denigrante de esos que nos lanzan día a día.
La mujer venezolana es una mujer fuerte, determinada, luchadora, que va por lo que quiere de forma honesta, que puede pararse delante de todos y ser escuchada, que cree en sus capacidades, que sabe hacia a dónde va, que tiene sueños y que los cumple sin pasar por encima de nadie, que tiene AMOR PROPIO.
Pero ahora yo te pregunto, a ti, que lees esto ¿Te sientes identificada con alguno? ¿Crees que puedes salir y comerte el mundo?
Si la respuesta es negativa, déjame decirte que tú y yo tenemos amplios caminos por recorrer.
“Las batallas más importantes son las que se luchan con el corazón”.
Ámate, Quiérete, Valórate.
Todas tenemos una mujer maravilla dentro de nosotras, solo debemos encontrarla.
Y si ya la dejamos salir: entonces dejemos que vuele.
